La Organización Mundial de la Salud considera la adolescencia como el período comprendido entre los 10 a 19 años, y es denominada como una de las etapas más complejas y desafiantes en el desarrollo humano. Es un periodo de transición que involucra cambios físicos, emocionales y sociales significativos. Y aunque algunas personas puedan definirla como la mejor época de la vida, para muchos adolescentes la realidad es otra.
Es a ellos a los que entiendo cuando dicen que sienten «la presión» de tener que cumplir esas expectativas, porque claro, es su mejor momento y debe ser maravilloso, todo estupendo, y tal y cual… cuando la realidad es que ellos no lo viven así.
¿Cómo va a ser la mejor época una etapa en la que hay miles de cambios hormonales que afectan al cuerpo y las emociones? ¿Cómo va a ser la mejor época una etapa de confusión, de búsqueda de identidad y de cambios de ánimo? Normal que algunos digan que es una mierda. Esta es la verdad: en ese aspecto «es una mierda» porque creen que tiene que ser el mejor momento de su vida y no lo está siendo. Si les decimos que, efectivamente, es una época complicada, difícil, y no precisamente una de las mejores…muchos de ellos respirarán con alivio.
La adolescencia es, entre otras cosas, el eterno conflicto entre la necesidad de pertenecer a un grupo y la necesidad de ser visto como único e individual. Toda una «maravillosa» ambigüedad.
¿A qué se enfrentan en esta etapa?
Se enfrentan a una serie de desafíos en diversas áreas de sus vidas, y que pueden variar según la personalidad, el entorno y las circunstancias individuales. En cualquier caso, podemos mencionar algunos aspectos comunes:
- La necesidad de encajar y ser aceptado: Todos hemos estado ahí, deseando desesperadamente un manual de «Cómo no sentirse ridículo»
- Las discusiones constantes con los padres y el cuestionamiento de la autoridad: ¿Quién dijo que la independencia llega sin resistencia?
- Tomar decisiones importantes sobre el futuro puede ser abrumador: por ejemplo, la elección de carrera. Aunque algunas decisiones resulten en errores (fundamentales para el aprendizaje), son esenciales para descubrir quiénes son y lo que realmente quieren.
- Las amistades son complicadas: las lealtades son cambiantes y hay un temor constante a quedarse solos. Lleva tiempo entender que éstas evolucionan y que la calidad supera a la cantidad.
- Por supuesto, los cambios fisiológicos
- Desarrollo emocional: la vulnerabilidad emocional y la experiencia en las relaciones amorosas son desafíos significativos para ellos.
- Presiones académicas y las expectativas al respecto: esta presión, junto con las expectativas de rendimiento escolar y la preparación para exámenes, pueden generar estrés adicional.
- Las Redes Sociales: presentan desafíos adicionales en términos de comparación social, ciberacoso y la gestión de la vida en línea
Pero entonces ¿es todo malo?
No, claro que no. A pesar de los desafíos que la adolescencia presenta, también es una etapa llena de experiencias y oportunidades positivas que contribuyen a su crecimiento y desarrollo.
Hay un descubrimiento de sus valores, sus intereses y sus metas. Aunque las amistades son complicadas, son amistades sólidas, con conexiones emocionales significativas. Es un momento para explorar pasiones, intereses, hobbies y talentos. Por supuesto, el pensamiento también se vuelve más abstracto y crítico, aprendiendo a cuestionar el mundo que les rodea.
La adolescencia es un puente hacia la vida adulta y, a pesar de los altibajos, hay un desarrollo personal.
Hay un aspecto liberador en reconocer que no estás solo en esta experiencia caótica. Desarrollar estrategias para desenvolverte en esta etapa puede marcar la diferencia. Aceptar los desafíos con humor, buscar apoyo y aprender a reírse de uno mismo son herramientas valiosas para sobrevivir. ¿Qué tal si la abrazamos con un poco de sarcasmo y una pizca de ingenio? Después de todo, en el caos de la adolescencia, se forjan las experiencias que esculpen nuestro ser.
Actualmente pronunciamos con demasiada frecuencia la palabra «empatía» pero raramente la ponemos en práctica…
No impulsamos a nuestros chicos a ponerse en el lugar de los otros, el mensaje es otro, «ser el mejor», «llorar es de cobardes», «los apuntes no se comparten», «si ves una pelea vete para otro sitio», …
Sería genial usar las mal llamadas horas de tutoría para alentarlos a hablar desde el corazón porque al final TODOS (los líderes, los que pasan desapercibidos, los que van de malotes, los violentos y los que los sufren …) tienen los mismos miedos.
Gracias por tu comentario, Nuria. Hay mucho trasfondo en esas «reglas» que mencionas, y que hacen tanto daño. Te doy toda la razón en cuanto al uso excesivo de las palabras, efectivamente pierden su significado por exceso de uso verbal, pero no de la práctica.
Tan cierto como abrumador. Lo difícil como padres, es encontrar el equilibrio para no parecer «amigos», sin resultar «enemigos».
Hola Verónica, gracias por tu comentario. Efectivamente, es difícil encontrar ese equilibrio. Al final es una cuestión de apoyo, de estar ahí, de escuchar…que sientan que pueden venir a nosotros cuando tienen un problema, porque si lo que sienten es que se van a llevar una charla, bronca o regañina, no nos verán como su punto de seguridad.