
La vida es un cúmulo de sueños, de aspiraciones, de metas que, a veces, no alcanzamos. En muchas ocasiones, los padres, con la mejor de las intenciones, cometen el error de intentar vivir sus sueños no realizados a través de sus hijos.
Imaginemos, por ejemplo, a un padre que siempre quiso ser bombero. De niño, él soñaba con apagar incendios, salvar vidas y ser un héroe. Pero, por diversas circunstancias, nunca pudo cumplir ese sueño. Este padre, con todo su amor y su deseo de ver a su hijo triunfar, puede empezar a plantar en él la semilla de su propia aspiración. Compra camiones de bomberos de juguete, les cuenta historias heroicas antes de dormir y, eventualmente, empieza a expresar, de manera más o menos sutil, su esperanza de que su hijo siga ese camino. Al hacerlo, no se da cuenta de que está proyectando su propio deseo frustrado en una persona con sueños y aspiraciones propios.
La verdadera trampa aquí no es el deseo de querer lo mejor para los hijos, sino la incapacidad de diferenciar entre lo que es nuestro sueño y lo que es el sueño de ellos. Cada niño es un universo único, con sus propias pasiones, talentos y anhelos. La labor como padres es guiar, apoyar y alentar, no dirigir y controlar.
Cuando imponemos nuestros deseos frustrados en nuestros hijos, corremos el riesgo de crear en ellos una carga emocional innecesaria. Estos niños pueden crecer sintiéndose obligados a cumplir expectativas ajenas, lo que puede llevarlos a la infelicidad y a una falta de realización personal. En lugar de forjar su propio camino, se ven atrapados en un destino que no eligieron.
Para evitar esta trampa, es crucial aprender escuchar y observar a los hijos con atención y empatía. Hay que descubrir cuáles son sus verdaderas pasiones y ayudarlos a desarrollarlas, aunque estas no coincidan con nuestros propios deseos. Si un niño muestra interés por la música, la ciencia, el deporte o cualquier otra área, debemos apoyarlos en su camino, animándolos a seguir sus propios sueños.
¿Qué puede ocurrir al proyectar un sueño frustrado en un hijo?
- Pueden ocurrir que tengan dificultades para descubrir y desarrollar sus propios intereses y talentos, ya que se sienten obligados a cumplir las expectativas de sus padres.
- Pueden experimentar una falta de motivación y entusiasmo al no perseguir lo que les apasiona. Y con el tiempo, pueden desarrollar resentimiento hacia sus padres por imponerles un camino que no eligieron, lo que puede dañar la relación entre padres e hijos.
- Pueden llegar a sentirse constantemente inadecuados al no poder cumplir con las expectativas de sus padres, lo que puede llevar a una baja autoestima y a una percepción negativa de sí mismos.
- Al no haber tenido la oportunidad de tomar decisiones importantes por sí mismos, pueden enfrentar dificultades para tomar decisiones en el futuro y confiar en sus propias capacidades.
- Esta presión por cumplir sueños ajenos puede generar altos niveles de estrés y ansiedad, afectando su bienestar emocional y mental.
La satisfacción de ver a los hijos felices y realizados no tiene comparación. Recordemos siempre que los sueños propios son solo eso, propios y de nadie más. Dejemos a los hijos encontrar los suyos y vivirlos en plenitud, sin las ataduras de los propios deseos no cumplidos. A fin de cuentas, el mayor éxito como padres es ver a los hijos ser quienes realmente quieren ser: libres y auténticos.
Queridos padres:
Es natural que queráis lo mejor para vuestros hijos, que anheléis verlos felices y realizados. Sin embargo, en ese amor y preocupación, a veces se puede caer en la trampa de intentar moldear sus vidas según los propios deseos y expectativas.
Cuando lleváis a vuestro hijo al psicólogo es crucial que lo hagáis con el corazón abierto y la mente dispuesta a escuchar. No presionéis al psicólogo para conseguir lo que vosotros queréis, pues nuestro trabajo consiste en ayudar a vuestros hijos a encontrar su propio camino, a superar sus retos y a desarrollar su potencial único. Cada niño es un mundo, y merece ser comprendido y apoyado en su individualidad.
Permitid al psicólogo que trabaje con libertad, guiado por el bienestar del niño y no por vuestras expectativas. Al hacerlo, no solo estaréis apoyando a vuestro hijo de la mejor manera posible, sino también fortaleciendo vuestra relación y permitiendo que florezca en su auténtica esencia.
Recordad, el verdadero éxito como padres no está en ver a nuestros hijos cumplir nuestros sueños, sino en verlos realizar los suyos propios.
Con cariño,
Mirian Luengo
Que bonito lo que escribes, nos haces pensar y mejorar como madres y padres.
Que importante es escuchar a los hijos, quererlos, valorarlos y apoyarlos.
Ser su guía a veces no es fácil,
porque como dices hay veces que proyectamos nuestros gustos y no les dejamos elegir.
Muchas gracias por tu comentario, Inma. La verdad es que ser madre o padre es un desafío continuo. Es difícil no proyectar nuestros gustos en ellos, de algún modo solemos influirles constantemente y esto no es algo malo, al contrario, necesitan que seamos sus guías y personas de referencia. El matiz está en dejarles elegir, es decir, la clave está en encontrar un equilibrio: ser su apoyo y su guía, sin imponerles nuestro camino.